Todas las naciones son invitadas a cantar las alabanzas del Senor (1, Sal), pues han sido llamadas a escuchar la buena nueva (2) y alabar al tan esperado Mesias y Rey (3) con el don de sus vidas. Is 60:1-6; Sal 71:1-2, 7-8, 10-13; Ef 3:2-3a, 5-6; Mt 2:1-12