La fe es un don preciado de Dios. No se puede ni ganar ni comprar, solo responder a ella con obras de amor y servicio (3). Una fe vibrante nos puede hacer fuertes, amoroso y sabios (2), con la confianza de que Dios nos protegerá de todo mal (1). El es la Roca de nuestra salvación (Sal). Hab 1:2-3; 2:2-4; Sal 94:1-2, 6-9; 2 Tim 1:6-8, 13, 14; Lc 17:5-10