Por medio de la oración incesante, nos disponemos con mayor plenitud para entender la voluntad de Dios. Por la fe en el poder de la oración (3), sentimos el amor y el auxilio de Dios (1, Sal). Las escrituras que leemos y la tradición que hemos recibido alimentan nuestra vida cristiana (2). Ex 17:8-13; Sal 120:1-8; 2 Tim 3:14—4:2; Lc 18:1-9