¿Quien puede comprender los designios del Señor o saber lo que el Señor tiene dispuesto (1)? La verdadera sabiduría nos lleva a reconocer nuestras limitaciones (es cuestión de “calculo”) y a nuestros ídolos materiales mientras buscamos seguir el Señor sin reserva (3). El verdadero discipulado requiere que perdonemos a quienes nos han ofendido (2). Que alcancemos la sabiduría de corazón (Sal) para discernir a mayor plenitud nuestro llamado a tomar la cruz de Jesus (3). Sab 9:13-18b; Sal 89:3-6, 12-17; Flm 9-10, 12-17; Lc 14:25-33