Seguir al Señor significa nada menos que la cruz (3): ofrecernos con Jesús como un sacrificio viviente y no ajustarnos a este mundo (2). Seguirle implicara rechazo y desprecio (1), pero el Señor es nuestro auxilio (Sal). Jr 20:7-9; Sal 62:2-6, 8-9; Rom 12:1-2; Mt 16:21-27