La persona de verdadera sabiduría, como Salomón (1), procurará el reino de Dios y lo atesorará sobre todo (3), pues es más preciado que el oro y la plata (Sal). Así, concordamos más con la imagen de Cristo, el Hijo (2). 1 Re 3:5, 7-12; Sal 118:57, 72, 76-77, 127, 130; Rom 8:28-30; Mt 13:44-52