Jesus satisfice Nuestra sed de vida eterna (3). Mediante sus espíritu, su gracia se ha vertido en nuestros corazones (2). Dios satisface la sed de los israelitas (1) cuyos corazones se habían endurecido y mostraban rebeldes (Sal). Ex 17:3-7; Sal 94:1-2, 609; Rom 5:1-2, 5-8; Jn 4:5-42